viernes, 28 de junio de 2013

EDITORIAL LEY DE PENSIONES


REDACCIÓN II

Ludmila G. Medrano Viscarra

Práctica N° 8

 

Los representantes de la Central Obrera Boliviana y el Gobierno volverán hoy  a la mesa de diálogo para tratar los puntos en conflicto sobre la Ley de Pensiones. El plazo de 30 días para cambiar la norma feneció y ahora pretenden negociar el monto de la pensión solidaria y la participación de los trabajadores en la Directiva de la Gestora Pública a cargo de administrar dichos fondos. El problema es que las partes están ignorando que el actual sistema de pensiones es insostenible, va en contra de los trabajadores y fomenta la informalidad mientras que el Estado se hace de un monopolio millonario.

La actual Ley de Pensiones 065, de 10 de diciembre de 2010, crea un fondo solidario, reduce la edad de jubilación de 65 a 58 años, da acceso a los fondos con un mínimo de 10 años de aportes, instituye la contribución a favor del cónyuge que no tenga dependencia laboral, amplía su cobertura y crea una Gestora Pública estatal para administrar los fondos de pensiones, entre otras innovaciones.

Esta tolerancia ha generado que la cantidad de jubilados incremente cinco veces su número y que reciban rentas bajas. Entre 1997 y 2010 se jubilaron 29.800 personas ― 13 años ― mientras que en un año y siete meses de la vigencia de la Ley 065 lo hicieron 16.856 personas. Además, no sólo los jubilados aumentaron sino que, el 65 por ciento de la población económicamente activa (PEA) del país trabaja en sectores informales contra un 35 por ciento que lo hace en una actividad formal. Entonces, el menor porcentaje de trabajadores debe sostener a ese 65 por ciento  que no aporta y nunca aportó al sistema de pensiones.

El Gobierno afirmó que la creación de la pensión solidaria compensaría a los que sus aportes no alcancen para financiar su pensión de vejez. Lo cierto es que esto genera distorsiones pues gracias a ello se beneficiarán personas que jamás aportaron al sistema y  lo harán con el dinero de los trabajadores. Además, el aporte subirá en un 0,5 por ciento porque será destinado al fondo solidario. El empleado aporta el 10% de su salario, se suma el 1,71% por riesgo común y 0,5% por la administración de sus aportes, es decir que de aportar un 12,21% ahora aportará 12,71% durante 30 años de vida laboral. De todo lo “ahorrado”, toda su vida, se le devolverá sólo el 70%.  

Aquello sucede porque la Ley 065 incorpora la obligación de financiar la pensión solidaria que representa una nueva tributación a los ingresos, además de los impuestos establecidos en la Ley 843. Por otro lado, a momento de pagar las rentas a los jubilados con la anterior Ley se realiza una compensación por mantenimiento de valor según el cambio de la Unidad de Fomento a la Vivienda (UFV), esto no aplica a los trabajadores jubilados con la actual Ley, por lo que sus rentas se devaluarán cada año un aproximado de 40% quitándole su valor adquisitivo.

 Los beneficiados serán los sectores como chóferes, gremialistas, trabajadores independientes, cocaleros y otros que están dentro de la economía informal, por lo tanto ni esos sectores ni el Gobierno buscarán crear más espacios laborales formales que contribuyen al desarrollo económico del país. Por el contrario generará un déficit cada vez mayor ya que en la actualidad la pensión solidaria se financia con fondos ajenos.

Las cuentas individuales de 1,5 millones de afiliados a las AFP´s  también serán afectadas por la actual Ley de pensiones pues los fondos recaudados desde 1997, que suman 7mil millones de dólares norteamericanos, serán destinadas al pago de rentas solidarias y transferidas a un Fondo de Vejez. Esos recursos serán administrados por una Gestora Pública  ― estatal ― bajo supervisión de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Pensiones y Seguros, dependiente del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.

Esto pone en el Estado la confianza de miles de afiliados que aportan a un sistema en el cual rige un monopolio estatal, ya que la Gestora Pública administrará los fondos de pensiones a nombre de un Estado que dicta las normas, determina derechos y obligaciones, cuantifica y modifica alícuotas, aportes, comisiones, pensiones y edad de jubilación por decreto. No tendrá las mismas obligaciones que las AFP`s. Los fondos de capitalización tampoco estarán sujetos a límites, clasificación de riesgo y criterios de diversificación, rentabilidad y seguridad, sino que tendrá facultades discrecionales para administrar las inversiones. 

No hay que olvidar que mientras otros países ajustan sus rentas de pensiones según la expectativa de vida, Bolivia va contra corriente, tampoco olvidemos que en manos del Estado, el Fondo de Pensiones ha sufrido millonarios asaltos que han ido en contra de los trabajadores. En la mesa de diálogo se debe poner en consideración el impacto económico que implica la actual Ley 065 y hacer de ella sostenible y no un premio electoral. El Gobierno debe dejar de lado el aparente proteccionismo y generar fuentes de empleo formal que en definitiva son la respuesta para  la sostenibilidad de la Ley de Pensiones.  

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jueves, 13 de junio de 2013

Editorial USAID 2


La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), cierra sus proyectos en Bolivia debido a su expulsión del país tras ser acusada de conspiración contra el Gobierno. El problema es que los programas de salud y otros financiamientos fueron abandonados para que el Tesoro General de la República, con déficit fiscal creciente, los asuma. Mientras tanto, Estados Unidos (EEUU) declara que las relaciones bilaterales con Bolivia  están alejadas y podemos esperar un nuevo recorte en el apoyo contra el narcotráfico.

USAID trabajó en Bolivia desde 1964 implementando programas de cooperación en todos los departamentos. Esta cooperación fue principalmente en el área de salud en poblaciones indígenas, oportunidades económicas mediante producción agrícola y un programa de Desarrollo Sostenible y medio ambiente.

La decisión de expulsar a Usaid de Bolivia afectará a comunidades indígenas del oriente boliviano tales como los ayoreos y a sectores de escasos recursos. Los programas de Prosalud, Apcob y CIES tendrán que buscar otros fondos ya que Usaid, invirtió en el país 2.000 millones de dólares y sólo para Prosalud tenía destinado quince millones para los siguientes cinco años. Sin embargo, el Gobierno pretende invertir sólo 20 millones para todos los programas que quedan con destino incierto sin tomar a en cuenta que muchos programas son a fondo perdido.

Expulsar a Usaid fue una muestra política del presidente Evo Morales para poner de manifiesto el grave deterioro en las relaciones de su gobierno con el de Estados Unidos. Es evidente que no se consideró que entre 2005 y 2006, su aporte era mayor a los 90 millones de dólares y antes de salir no llegaba a los 30 millones. Esa reducción coincidió con actitudes inamistosas con ese gobierno. A pesar de esa notoria disminución de los últimos años, la ausencia definitiva de Usaid se sentirá en sectores a los que el gobierno nacional no ha tenido capacidad de atender.

El gobierno boliviano tampoco cumplió con el acuerdo marco que suscribió hace dos años con la secretaría de Asuntos Globales del Departamento de Estado, con el fin de redefinir las áreas de cooperación entre ambos países. Aquel acuerdo, estaba centrado en el respeto a la soberanía, la independencia y la no injerencia en asuntos internos. El Gobierno boliviano lo dejó de lado y una vez más actuó en su propio beneficio político para fortalecer su imagen preelectoral.

Sobre la conspiración de la que se acusó a Usaid, aún no se han presentado pruebas que la sustenten y si bien se ha conocido que entidades norteamericanas han usado su apoyo para inmiscuirse en asuntos nacionales es preciso que no se olvide actuar dentro del marco de pruebas concretas y juicios con debido proceso, dejando de lado intereses partidarios que sólo benefician a quienes intentan sostener una falsa ideología. Es más recomendable que el Gobierno cumpla con su deber de controlar a todas las entidades internacionales.

Editorial USAID


REDACCIÓN II
PRÁCTICA N° 7
Ludmila G. Medrano Viscarra

La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), cierra sus proyectos en Bolivia debido a su reciente expulsión del país tras ser acusada de conspiración contra el Gobierno. Los programas de salud y otros financiamientos son abandonados para que un Tesoro General de la República con déficit fiscal los asuma. Mientras tanto, Estados Unidos (EEUU) declara tensas las relaciones bilaterales y un nuevo recorte en el apoyo contra el narcotráfico.

USAID trabaja en Bolivia desde 1964 implementando programas de cooperación en todos los departamentos. Esta cooperación es principalmente en el área de salud en poblaciones indígenas, oportunidades económicas mediante producción agrícola y un programa de Desarrollo Sostenible y medio ambiente.

La decisión de expulsar a Usaid de Bolivia afectará a comunidades indígenas del oriente boliviano tales como los ayoreos y a sectores de escasos recursos. Los programas de Prosalud, Apcob y CIES tendrán que buscar otros fondos. Usaid, invirtió en el país 2.000 millones de dólares y sólo para Prosalud tenía destinado quince millones para los siguientes cinco años. Sin embargo, el Gobierno pretende invertir sólo 20 millones para todos los programas que quedan con destino incierto sin tomar a aun en cuenta que muchos programas son a fondo perdido.

Expulsar a Usaid fue una muestra política del presidente Evo Morales para poner de manifiesto el grave deterioro en las relaciones de su gobierno con el de Estados Unidos. Es evidente que no se consideró que entre 2005 y 2006, su aporte era mayor a los 90 millones de dólares y antes de salir no llegaba a los 30 millones. Esa reducción coincidió con actitudes inamistosas con ese gobierno. A pesar de esa notoria disminución de los últimos años, la ausencia definitiva de Usaid se sentirá en sectores a los que el gobierno naciónal no ha tenido capacidad de atender.

El gobierno boliviano tampoco cumplió con el acuerdo marco que suscribió hace dos años con la secretaría de Asuntos Globales del Departamento de Estado, con el fin de redefinir las áreas de cooperación entre ambos países. Aquel acuerdo, estaba centrado en el respeto a la soberanía, la independencia y la no injerencia en asuntos internos. El Gobierno boliviano lo dejó de lado y una vez más actuó en su propio beneficio político para fortalecer su imagen preelectoral.

Sobre la conspiración de la que se acusó a Usaid, aún no se han presentado pruebas que lo sustenten y si bien se ha conocido que entidades norteamericanas han usado su apoyo para inmiscuirse en asuntos nacionales es preciso que no se olvide actuar dentro del marco de pruebas concretas y juicios con debido proceso, dejando de lado intereses partidarios que sólo benefician a quienes intentan sostener una falsa ideología. Es más recomendable que el Gobierno cumpla con su deber de controlar a todas las entidades internacionales.

Editorial Copacabana



REDACCIÓN II
Ludmila Medrano Viscarra
PRACTICA N° 6

El plazo fatal de 30 días, acordado entre el Gobernador de La Paz y los pobladores de la provincia  Manco Kapac, para consensuar la construcción de un puente integrador en Tiquina, llegó a su fin el 12 de mayo. Sin embargo, la Gobernación no ha realizado mayores avances ni en el estudio socioeconómico ni en la socialización del proyecto con los balseros, por lo que se vislumbran nuevas medidas de presión. Mientras tanto, el tiempo ha transcurrido cediendo la priorización a otros conflictos sociales y al robo de las joyas de la patrona de Copacabana.

 A partir del fallido proyecto denominado Wiñay Marca, ni los Gobernadores sucesivos, ni los balseros con los pobladores de las tres secciones de la provincia, han podido ponerse de acuerdo en la factibilidad económico-social de la construcción de un puente sobre el lago sagrado. Esto se puso de manifiesto, el pasado 21 de marzo cuando, a raíz de la subida de los pasajes para cruzar el estrecho de Tiquina, la Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de la Tercera Sección de la provincia Manco Kapac declaró bloqueo indefinido entre Tiquina y Copacabana.

Una población desabastecida y al punto de la crisis, 19 jornadas de conflicto social, 15 días de bloqueo, 26 detenidos, varios heridos y una millonaria pérdida en el sector turístico, fue el resultado del desacuerdo entre balseros y pobladores. Mientras tanto, los dirigentes campesinos ampliaban sus demandas, la población recordaba los accidentes ocurridos en Tiquina, como el de enero de 2011 cuando dos barcazas colisionaron y una de ellas se hundió con dos vehículos.

Sin embargo, el Gobernador de La Paz, en una primera instancia, a la usanza de Pilatos, se negó resolver el problema aduciendo que debe ser zanjado entre San Pedro y San Pablo de Tiquina. Posteriormente alega la no factibilidad financiera del proyecto y finalmente la imposibilidad de negociar por temor a su seguridad. Por el contrario, de forma por demás desatinada, se despliega a efectivos policiales quienes protagonizan excesos, con lo cual el conflicto se agrava. Es entonces cuando el Gobernador Cocarico decide recién ceder  y negociar en “terreno neutral” y finalmente se firma un acuerdo.

Al parecer, las autoridades esperan que los conflictos se agraven y existan heridos, muertos y detenidos, para tomar con  seriedad las negociaciones. Así ocurrió antes en Caranavi por la fábrica de cítricos y ahora en Copacabana. De igual forma, se firman acuerdos con uno y otro sector enfrentado, aunque éstos sean contradictorios entre sí esperando otro conflicto. Da la impresión de que se espera que los sectores olviden sus demandas, por el paso del tiempo o por distracciones tales como robos de joyas.

Ahora, con la virgen visitando La Paz y con su manto cargado de billetes, nadie piensa en el pasado conflicto. ¿Serán 30 días la estrategia para no cumplir con los acuerdos firmados? Recordemos que recientemente, de la misma forma se suscribió un convenio con algunos de los sectores sociales que reclamaban el 100 por ciento de jubilación. 

Sin embargo, es necesario recordar que cualquier distracción desaparece y las autoridades tendrán que enfrentar los conflictos que ellos mismos acarrean al no cumplir sus compromisos. Por ello, lo más sano es que el Gobernador de La Paz, tome en serio y termine los estudios socioeconómicos ofrecidos a la provincia Manco Kapac y que además se llegue a un verdadero consenso con los balseros de Tiquina, de lo contrario pronto estaremos enfrentando un nuevo conflicto en Copacabana.