viernes, 9 de agosto de 2013

columna


REDACCIÓN II
Ludmila G. Medrano Viscarra

El pasado 6 de agosto todo el país conmemoró los 188 años de la independencia de Bolivia entre desfiles y paradas militares. No hay mejor momento  que esa parafernalia, para ver el “civismo” en todo su esplendor, por las calles recién remozadas para el evento, en las ciudades capitales de departamento. Al ver tanta algarabía, la Mafalda de Quino volvería a preguntarse ¿patriotismo o comodidad? Y nosotros debemos preguntarnos, además, ¿alguien entiende de qué se trata el civismo?

La radiografía de los días anteriores al 6 de agosto y la misma semana aniversario del país nos muestra a comerciantes, habituales y esporádicos, haciendo “patria” con precios exorbitantes en banderas, uniformes, calzados, instrumentos musicales, cintas y todo lo necesario para verse espléndido en  los desfiles. Desde su perspectiva, se pierde de vista si es “su agosto” o es el de Bolivia.

“Un gran fervor cívico se observó ayer durante los desfiles patrios. Una jovencita se vistió con los colores de tricolor boliviana” publicó un medio de comunicación escrito de Santa Cruz. Noticias como esas son apreciadas por los bolivianos henchidos de patriotismo profundo por esos días. Pero, nos molesta hablar de la crisis en los bolsillos de los ciudadanos que cada año se hace más patente en la necesidad de usar menos tela en los uniformes de las atribuladas estudiantes. Así, los colegiales demuestran su amor a la patria haciendo pasarela e innovando con maravillosas competencias de bandas y todo para que el público presente recuerde a los mártires de la independencia.

Afortunadamente, los empleados públicos asisten a los desfiles por el celo de las instituciones a los intereses de la patria y no porque su inasistencia se reflejaría en sus boletas de sueldos. Las autoridades departamentales discursan con un verdadero sentido de bien común que fortalece al Estado y no con intereses pre electorales. A ningún ciudadano se le ocurre protestar con máscaras de ideologías importadas y los efectivos policiales tienen  jornadas apacibles sin el uso de la fuerza, acordes con el ambiente cívico que predomina.

Pero lo más importante, es que tenemos un Gobierno que nunca está más interesado en un show mediático que en la integración de una sola nación fuerte, tal como lo concibieron Bolívar y Sucre. Un gobierno que no miente a su pueblo, que es consciente de la realidad política y económica del país y que lo refleja en el mensaje de su primer mandatario.


En resumen, a todos los bolivianos nos queda claro que civismo es el servicio de los intereses patrios y que puede entenderse también como la íntegra y consciente defensa del poder civil frente a los atropellos de la fuerza. Es, esa consciencia de patria que nos genera amor por el suelo donde nacimos y por la que luchamos para que cada día sea un mejor lugar para vivir.