REDACCIÓN
II
Ludmila
G. Medrano Viscarra
El
pasado 6 de agosto todo el país conmemoró los 188 años de la independencia de
Bolivia entre desfiles y paradas militares. No hay mejor momento que esa parafernalia, para ver el “civismo”
en todo su esplendor, por las calles recién remozadas para el evento, en las
ciudades capitales de departamento. Al ver tanta algarabía, la Mafalda de Quino
volvería a preguntarse ¿patriotismo o comodidad? Y nosotros debemos
preguntarnos, además, ¿alguien entiende de qué se trata el civismo?
La
radiografía de los días anteriores al 6 de agosto y la misma semana aniversario
del país nos muestra a comerciantes, habituales y esporádicos, haciendo
“patria” con precios exorbitantes en banderas, uniformes, calzados,
instrumentos musicales, cintas y todo lo necesario para verse espléndido
en los desfiles. Desde su perspectiva,
se pierde de vista si es “su agosto” o es el de Bolivia.
“Un
gran fervor cívico se observó ayer durante los desfiles patrios. Una jovencita
se vistió con los colores de tricolor boliviana” publicó un medio de
comunicación escrito de Santa Cruz. Noticias como esas son apreciadas por los
bolivianos henchidos de patriotismo profundo por esos días. Pero, nos molesta
hablar de la crisis en los bolsillos de los ciudadanos que cada año se hace más
patente en la necesidad de usar menos tela en los uniformes de las atribuladas
estudiantes. Así, los colegiales demuestran su amor a la patria haciendo
pasarela e innovando con maravillosas competencias de bandas y todo para que el
público presente recuerde a los mártires de la independencia.
Afortunadamente,
los empleados públicos asisten a los desfiles por el celo de las instituciones
a los intereses de la patria y no porque su inasistencia se reflejaría en sus
boletas de sueldos. Las autoridades departamentales discursan con un verdadero
sentido de bien común que fortalece al Estado y no con intereses pre
electorales. A ningún ciudadano se le ocurre protestar con máscaras de
ideologías importadas y los efectivos policiales tienen jornadas apacibles sin el uso de la fuerza,
acordes con el ambiente cívico que predomina.
Pero
lo más importante, es que tenemos un Gobierno que nunca está más interesado en
un show mediático que en la integración de una sola nación fuerte, tal como lo concibieron
Bolívar y Sucre. Un gobierno que no miente a su pueblo, que es consciente de la
realidad política y económica del país y que lo refleja en el mensaje de su primer
mandatario.
En
resumen, a todos los bolivianos nos queda claro que civismo es el servicio de
los intereses patrios y que puede entenderse también como la íntegra y
consciente defensa del poder civil frente a los atropellos de la fuerza. Es, esa
consciencia de patria que nos genera amor por el suelo donde nacimos y por la
que luchamos para que cada día sea un mejor lugar para vivir.